la sirena desafinada

Se sentó a escribir. Pero había algo mal. ¿Qué? ¿Acaso las palabras no salían? No, no era ese el problema. El problema era que no tenía manos. Claro, como iba a escribir algo si no tenía manos. Pero podía pensar, que es mejor que escribir. O decir, hablar, gritar todo eso que quería sellar en papel y lápiz. Pero no le alcanzaba, porque era una persona que soñaba, que deseaba y que siempre quería más. Y que peleaba por obtenerlo. Tenía esa fuerza de convicción que es la clave para cumplir nuestros objetivos. Objetivos que muchas veces parecen imposibles, pero que no lo son. Y lo son para nadie. Todo está en la mente, y en querer. "Sí lo deseás mucho, lo vas a obtener". Así nos decían cuando eramos chicos. Y uno deseaba y pensaba que mágicamente iba a aparecer. Pero tomabamos todo muy literalmente. Había que analizar la frase, leer entre líneas y descubrir el mensaje oculto. Ese mensaje oculto que nos decía que si uno lo intenta, y lo desea realmente, lo logra. Y así es para todo en la vida. Cada uno puede elegir su destino, no hay nada escrito. El destino (o la misión, o el sentido de la vida, o lo que sea) de todos es disfrutar de los momentos. De todos. A todo se le puede encontrar algo bueno. La imaginación es la clave. Llegar al estado de liberación de la mente y dejar volar nuestra imaginación para disfrutar.