cósmico

Era increible, pero sabía cómo navegar en una nube de baba fluorescente peronista. Sin pensarlo ni un segundo, agarré otro cigarrillo de ese atado semi vacio que esperaba ser abollado y tirado al tacho. Tucas y colillas por doquier en ese inmenso cigarrero. El suelo, pegajoso como por algún químico glucoso, hacia que mis pies se peguen a él y comience en mí cierta paranoia y desesperación. El vaivén de la melodía que resuena en el fondo es similar a las vueltas de una calesita, o por qué no, de la vida misma. Del planeta. Gira y gira sin cesar. Pero lo que importaba no era todo eso que rodeaba mi existencia. Lo importante era esa mirada apasionada que enloquecía al más cuerdo y asustaba al más valiente. Un solo vistazo punzante bastaba para que mi cuerpo se hiele y recorra en mis extremidades todo tipo de energías cósmicas.